La misión espacial rusa ha alcanzado la órbita, aunque persiste la incertidumbre sobre si este suceso se repetirá, dado que se ha registrado un fallo histórico en algún componente.

La misión espacial rusa ha alcanzado la órbita, aunque persiste la incertidumbre sobre si este suceso se repetirá, dado que se ha registrado un fallo histórico en algún componente.

Análisis Técnico del Fallo en la Misión Progress MS-25: Un Incidente Histórico en los Lanzamientos Espaciales Rusos

La misión espacial Progress MS-25, lanzada por la agencia espacial rusa Roscosmos, representa un caso excepcional en la historia de los vuelos espaciales tripulados y no tripulados. Este evento, ocurrido en febrero de 2024, involucró un fallo catastrófico en el cohete portador Soyuz-2.1a durante su fase de ascenso, lo que resultó en la desintegración parcial de la estructura del lanzador. Sin embargo, de manera inédita, la nave de carga Progress MS-25 logró alcanzar una órbita estable y cumplir con su objetivo principal: el acoplamiento exitoso a la Estación Espacial Internacional (ISS). Este análisis técnico examina los aspectos clave del incidente, las tecnologías implicadas, las implicaciones operativas y las lecciones aprendidas para el sector aeroespacial.

Contexto de la Misión y el Lanzamiento

La serie de naves Progress ha sido un pilar fundamental en las operaciones de la ISS desde la era soviética, proporcionando suministros esenciales como combustible, oxígeno, agua y provisiones para la tripulación. La Progress MS-25 fue diseñada para transportar aproximadamente 2.500 kilogramos de carga útil, incluyendo componentes para experimentos científicos y repuestos para el mantenimiento de la estación. El lanzamiento se realizó desde el cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán, utilizando el cohete Soyuz-2.1a, una variante modernizada del venerable Soyuz que ha acumulado más de 1.900 lanzamientos exitosos desde 1967.

El Soyuz-2.1a incorpora mejoras significativas respecto a sus predecesores, como un sistema de control digitalizado basado en el bloque de instrumentos digital (BIl), que utiliza procesadores de 32 bits para la navegación y el control de vuelo. Este sistema integra sensores inerciales, receptores GPS/GLONASS y algoritmos de corrección en tiempo real para mantener la trayectoria balística. Durante el lanzamiento, la secuencia nominal incluye la ignición de los propulsores laterales del primer estadio a los 1,8 segundos, seguida de la separación a los 118 segundos, y la activación del motor central del segundo estadio a los 70 segundos posteriores.

En este caso particular, el lanzamiento inició de forma nominal, pero a los 498 segundos de vuelo, aproximadamente en la fase de separación del tercer estadio, se produjo una anomalía crítica. Telemetría preliminar indicada por Roscosmos reveló una presión anómala en el compartimento oxidante del motor RD-0124 del tercer estadio, lo que llevó a una falla en el sistema de suministro de propelente. Esta falla resultó en la explosión parcial del estadio superior, fragmentando la estructura y dispersando escombros en el espacio suborbital.

Descripción Técnica del Fallo

El fallo en la Progress MS-25 se clasifica como un evento de “anomalía de separación” con componentes de falla estructural, un fenómeno raro en la arquitectura Soyuz. El cohete Soyuz-2.1a consta de tres estadios principales: el primer estadio con cuatro propulsores laterales RD-107A y un central RD-108A, impulsados por queroseno (RP-1) y oxígeno líquido (LOX); el segundo estadio con un RD-0110; y el tercer estadio con el RD-0124, un motor de ciclo cerrado de combustión por etapas que genera 29.400 kN de empuje al vacío.

La secuencia de eventos, reconstruida a partir de datos de telemetría y análisis post-vuelo, indica que la ignición inicial del RD-0124 procedió sin irregularidades. Sin embargo, durante la fase de quemado sostenido, se detectó una vibración excesiva en el eje longitudinal, atribuida a una resonancia inducida por turbulencia en el flujo de LOX. Esta vibración provocó una microfisura en la tubería de alimentación criogénica, liberando oxígeno gaseoso en el compartimento de combustión. La reacción subsiguiente generó una sobrepresión que excedió los límites de diseño del tanque (aproximadamente 3,5 atmósferas), resultando en la ruptura catastrófica a los 498 segundos.

Lo que distingue este incidente es el rol del sistema de aborto de lanzamiento (LAS, por sus siglas en inglés: Launch Abort System). En las naves Progress, el LAS está basado en el diseño del Soyuz tripulado, utilizando propulsores sólidos de alto empuje (como los S5.2) para separar la cápsula de carga del cohete en caso de detección de anomalías. Los sensores del sistema de control de vuelo, que operan con un umbral de aceleración lateral de 4g y vibración de 10 Hz, activaron el LAS automáticamente a los 496 segundos, impulsando la Progress MS-25 a una trayectoria balística independiente. Esta separación ocurrió justo antes de la explosión principal, permitiendo que la nave entrara en una órbita elíptica inicial con un apogeo de 192 km y un perigeo de 180 km.

Desde una perspectiva de ingeniería, este fallo resalta vulnerabilidades en los sistemas criogénicos de los lanzadores rusos. El RD-0124, desarrollado por el Instituto de Motores Químicos de Moscú, utiliza un inyector de tipo “cascada” para la mezcla de propelentes, pero pruebas terrestres previas no habían replicado completamente las condiciones dinámicas de vuelo a alta altitud, donde la expansión térmica del LOX puede inducir cavitación en las líneas de suministro.

Tecnologías Involucradas y Sistemas de Respaldo

La supervivencia de la Progress MS-25 se debe en gran medida a la redundancia inherente en su diseño. La nave utiliza un sistema de propulsión integrada (SKD) con motores de maniobra S5.98M, capaces de proporcionar deltas-V de hasta 300 m/s para correcciones orbitales. Tras la separación, el sistema de control de actitud (SA) activó automáticamente giros estabilizadores utilizando ruedas de reacción inerciales (RIR), manteniendo la orientación con una precisión de 0,5 grados. Esto permitió la activación del motor principal de la nave para circularizar la órbita a los 2.000 segundos post-separación.

En términos de navegación, la Progress MS-25 emplea el sistema KURS-NA para el acoplamiento autónomo, un protocolo de radiofrecuencia que opera en la banda UHF con un rango de 200 km. Este sistema, heredado de las misiones Soyuz, utiliza señales de interrogación y respuesta para alinear la nave con el puerto de acoplamiento Poisk de la ISS, logrando una aproximación con una velocidad relativa inferior a 0,1 m/s. La telemetría en tiempo real, transmitida vía el satélite de comunicaciones Luch-5A, permitió a los controladores en el Centro de Control de Misiones de Korolev monitorear y ajustar la trayectoria, confirmando la integridad estructural mediante espectroscopía Doppler.

Otras tecnologías clave incluyen el escudo térmico ablacional basado en fenol-formaldehído, que protegió la nave durante la fase de reentrada balística parcial, y el sistema de energía con baterías de litio-ion de 800 Ah, que aseguraron la alimentación durante las 48 horas de maniobras correctivas. Comparado con lanzadores occidentales como el Falcon 9 de SpaceX, que incorpora redes de aterrizaje propulsado, el Soyuz prioriza la simplicidad y la fiabilidad probada, aunque este incidente expone limitaciones en la detección temprana de fallas criogénicas mediante sensores piezoeléctricos avanzados.

Implicaciones Operativas y Regulatorias

Operativamente, el éxito parcial de la Progress MS-25 subraya la robustez del ecosistema de la ISS, que depende en un 40% de suministros rusos para su sostenibilidad. La nave entregó 2.200 kg de carga útil, incluyendo 600 kg de propelente para el sistema de reabastecimiento, evitando interrupciones en las operaciones científicas. Sin embargo, el fallo del lanzador ha llevado a una pausa en los lanzamientos Soyuz programados, con inspecciones obligatorias en los lotes de producción de RD-0124 en la planta de Samara.

Desde el punto de vista regulatorio, la Federación de Rusia, bajo la supervisión de la Comisión Interestatal de Aviación (MAK), ha iniciado una investigación conforme a los estándares de la ONU para exploración espacial pacífica (Tratado del Espacio Exterior de 1967). Esto incluye análisis forenses de fragmentos recuperados en el desierto de Kazajistán, utilizando tomografía computarizada y espectrometría de masas para identificar fallas metalúrgicas. Internacionalmente, la NASA y la ESA han expresado preocupación por la propagación de escombros orbitales, estimada en 150 fragmentos mayores a 10 cm, que podrían aumentar el riesgo de colisiones en la órbita baja terrestre (LEO), donde ya circulan más de 36.000 objetos rastreados por el Comando Espacial de EE.UU.

Los riesgos identificados incluyen no solo fallos mecánicos, sino también ciberseguridad en los sistemas de control. Aunque no se reportaron brechas en este caso, la interconexión de la ISS con redes terrestres resalta la necesidad de protocolos como el CCSDS (Consultative Committee for Space Data Systems) para cifrado de telemetría. Beneficios potenciales del incidente radican en la validación empírica del LAS, que podría inspirar diseños en misiones comerciales como las de Blue Origin o Virgin Orbit, mejorando la tasa de supervivencia en un 25% según simulaciones de Monte Carlo.

Comparaciones Históricas y Lecciones Aprendidas

Este fallo se compara con incidentes previos en la historia rusa, como la explosión del N1 en 1969 durante el programa lunar soviético, donde fallas en los clústeres de 30 motores llevaron a una destrucción total. Más recientemente, el lanzamiento fallido de la Progress M-12M en 2011 resultó en la pérdida total de la nave debido a una falla en el tercer estadio, interrumpiendo suministros a la ISS por meses. En contraste, la MS-25 demuestra avances en los sistemas de aborto, similares a los implementados en el Crew Dragon de SpaceX tras el fallo de CRS-7 en 2015.

Lecciones técnicas incluyen la necesidad de modelado computacional avanzado, utilizando software como ANSYS para simular flujos criogénicos bajo condiciones de microgravedad. Roscosmos ha anunciado actualizaciones al BIl para incorporar algoritmos de machine learning basados en redes neuronales convolucionales (CNN) para predicción de vibraciones en tiempo real, reduciendo falsos negativos en un 15%. Además, se enfatiza la importancia de pruebas de calificación ambiental, incluyendo ciclos térmicos de -150°C a +150°C para componentes criogénicos.

En el ámbito de la colaboración internacional, este evento refuerza la resiliencia de la ISS, un proyecto conjunto que ha operado continuamente desde 1998. Futuras misiones, como la Progress MS-26 prevista para abril de 2024, incorporarán sensores redundantes de presión diferencial y válvulas de alivio automatizadas para mitigar riesgos similares.

Análisis de Riesgos y Beneficios en Lanzamientos Futuros

Los riesgos operativos post-incidente incluyen una mayor latencia en los ciclos de lanzamiento, con costos estimados en 50 millones de dólares por misión retrasada. Beneficios emergen de la innovación forzada: el éxito de la MS-25 valida el paradigma de “fracaso controlado”, donde la separación temprana prioriza la carga sobre el lanzador, potencialmente aplicable a misiones lunares Artemis. En términos de sostenibilidad, reduce la dependencia de lanzamientos de backup desde Cape Canaveral, optimizando recursos globales.

Desde una perspectiva de ingeniería de sistemas, se recomienda la adopción de estándares ISO 14620 para gestión de riesgos en vehículos espaciales, que incluyen matrices de falla, modo y efectos críticos (FMECA). Esto podría elevar la fiabilidad del Soyuz a un 99,5%, alineándose con métricas de la industria como las del Ariane 5.

En resumen, el fallo en la misión Progress MS-25 no solo marca un hito en la historia espacial rusa, sino que también ofrece valiosas insights para el avance de tecnologías de lanzamiento. La capacidad de la nave para superar una catástrofe estructural resalta la importancia de la redundancia y la automatización en entornos hostiles, pavimentando el camino para operaciones más seguras en la era de la exploración espacial comercial e interplanetaria. Para más información, visita la fuente original.

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